domingo, 4 de septiembre de 2011


Empezar de nuevo siempre es una gran motivación. Renovarse, cambiar, es algo que no puedo dejar de hacer cada cierto tiempo, o si no la rutina me mata lentamente hasta ahogarme. No sé por qué, sólo sé que en mí es una necesidad, así como hacer varias cosas al mismo tiempo para probarme, o cambiar de lugar los objetos de mi escritorio, o hacerme mil blogs y no usarlos, o pensar en asuntos que no me llevan a nada, o hablar sola, o imaginarme situaciones tan vívidamente que por segundos pierdo la noción de la realidad, y llego a asustarme, y a la vez sorprenderme del poder de mi imaginación. Tal vez se deba a la genética, de todas maneras, es algo que a veces me da miedo. Miedo porque el cambio me lleva a la inconstancia, a no terminar lo que empiezo, y temo que esta vez también deje las cosas a medias. Tengo que arreglármelas para que no se me haga rutinario todo en unos meses más. Porque al principio todo es bonito y después, ya me sé esa historia. Y no deseo repetirla por nada.

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