domingo, 4 de septiembre de 2011

Todo en la vida tiene su lado bueno y su lado malo, y yo, como persona positiva que creo que soy, le trato de ver el lado bueno a cada cosa. Pero estar soltera apesta, y ya no le saco nada positivo a esta situación.
Sin duda mi falta de autoestima no va a llevarme lejos, pero, ¿qué hacer?
No quiero casarme, no quiero un anillo, ni joyas, no pido nada más que amor.








(Le voy a salir barata a la próxima persona que esté conmigo).

Empezar de nuevo siempre es una gran motivación. Renovarse, cambiar, es algo que no puedo dejar de hacer cada cierto tiempo, o si no la rutina me mata lentamente hasta ahogarme. No sé por qué, sólo sé que en mí es una necesidad, así como hacer varias cosas al mismo tiempo para probarme, o cambiar de lugar los objetos de mi escritorio, o hacerme mil blogs y no usarlos, o pensar en asuntos que no me llevan a nada, o hablar sola, o imaginarme situaciones tan vívidamente que por segundos pierdo la noción de la realidad, y llego a asustarme, y a la vez sorprenderme del poder de mi imaginación. Tal vez se deba a la genética, de todas maneras, es algo que a veces me da miedo. Miedo porque el cambio me lleva a la inconstancia, a no terminar lo que empiezo, y temo que esta vez también deje las cosas a medias. Tengo que arreglármelas para que no se me haga rutinario todo en unos meses más. Porque al principio todo es bonito y después, ya me sé esa historia. Y no deseo repetirla por nada.

A veces creo que definitivamente me quedaré sola. Mal que mal, ya son 17 años, no tendría nada de raro. Más raro sería si empezara a andar con alguien, ja. Me siento más sola que la una. Cada vez que pienso en eso me pongo tan mal...

Lo peor es que no entiendo el por qué, si lo supiera tal vez podría remediarlo, pero al parecer, ese es mi destino y no hay nada que pueda hacer para ir en contra de él.

A veces, sólo a veces, un deseo enorme de morir me embarga, unas ganas de entrar en un estado de inconsciencia para no darme cuenta de nada más, para no sentir más pena, para olvidarme de todo y seguir luego, convertida en alguien totalmente distinta y querida por todos.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Pequeño


¿Por qué todos queremos "ser grandes"? ¿Por qué queremos llegar a lo más alto? Después de todo no hay nada grande sino se puede comparar con algo pequeño. Nada es grande sino tiene un comienzo, ser pequeño. No habría grandes playas si no hubiera pequeños granos de arena. No habría plantas, si no hubiera pequeñas semillas. Simplemente no habría nada, si por ejemplo, no hubiese pequeños microorganismos que juntos, formasen algo más grande. Un pequeño gesto, como una sonrisa, un beso, un abrazo, una mirada, pueden hacerte sentir grande, a veces hecho con la menor intención. A una persona no se la quiere por sus grandes actos, o por sus amplios conocimientos sino por las pequeñas cosas que la caracterizan, pero claro, lo pequeño es lo que menos se ve, lo que menos vale. O eso se cree. ¿Acaso no está el mejor perfume en el frasco más pequeño? Lo mejor de ser pequeño es que ves tanto lo pequeño como lo grande, ya que con uno estás en igualdad de condiciones y, al otro, simplemente se le ve. No digo que ser grande sea malo, ya que se supone que eres grande por lo que haces, por lo que tienes, por tus capacidades, por tu aspecto... Cosas que son muy importantes, pero en realidad eso solo te sirve a ti. Para sentir que haces algo y que puedes hacer más que los demás, creerte capaz de todo. Aunque no sea del todo así. Realmente, lo que llama la atención, pero que por ser pequeño no se ve, la forma de hacerte querer, de enamorar, es con aquellas cosas de siempre, eso que es tuyo, aquello que nace contigo. Tus pequeñas manias e ideas que hacen que te salga un gran trabajo, tu forma de sonreir y no solo tu sonrisa, tu forma de mirar y no solo la forma y color de tus ojos, tu forma de besar y hablar y no solo tus labios, todo lo que sientes y no todo lo que llevas puesto, tu forma de andar y no solo tus zapatos, tu forma de pensar y no solo como te arreglas el pelo. Antes de lanzarte a ser grande, aprende a usar y valorar lo pequeño.

Camino.


Estas en un camino, miras hacia delante, y no ves el fin. Miras hacia los lados, y ves a muchas personas con tus mismas inquietudes y miedos. Todos decidís empezar a caminar, total, si estamos unidos… ¿qué puede pasar?. El reloj no para, empiezas a hablar con la gente, con unos entablas amistad, de otros, prefieres no estar muy cerca, otras veces quieres estar muy muy cerca de alguien, pero con todos vives momentos, importantes o no, son momentos al fin y al cabo. Empiezan a llegar más personas pero éstas ya no tienen tus mismas inquietudes. Por fin esa masa de gente que se ha formado llega a una parte del camino diferente. Hay nuevos caminos y distintas direcciones. Das por hecho que seguiréis juntos… pero con una gran sonrisa, te dicen adiós, que hay otra persona esperándoles al otro lado del camino. No importa, todos los caminos están unidos ¿no? Ya sois menos, pero seguís andando. De repente, más caminos. Más despedidas, nuevos encuentros que otros deben realizar. Sigues andando… algo es diferente. Te giras y no hay nadie, miras a la derecha, a la izquierda y ves a todas esas personas que antes estaban contigo, con otras personas que casi no conoces, y menos aún te conocen a ti. Estas sola. Da igual, ya encontrarás otra persona en tu camino que esté igual que tú o que quiera estar contigo. Aceleras el paso porque ves que los otros van adelantados. No sabes si van muy deprisa o tú muy despacio, además quieres saber qué te espera después de cada curva… pero nunca hay nada. Un día oyes tu nombre, es de uno de tus amigos, te pide ayuda y se la das, después de todo quieres hablar con alguien, servir para algo, quieres que te inviten a caminar con ellos, pero sus caminos son muy estrechos y no vas a ser tú quien les acompañe. Un muro, genial, un gigantesco muro. En fin, lo de siempre, pedir ayuda. Gritas a los de los caminos de la derecha, pero no te oyen. Gritas a los de la izquierda, te oyen, pero sólo te sonríen porque no escuchan que lo que pides es ayuda. Saltas, te parece el muro más grande que has saltado nunca, no lo es, es solo que esta vez nadie lo salta contigo. Por fin, estás en tu camino, y sigue vacío, largo, tienes ganas de gritar para que venga alguien pero sabes que nadie va a venir. Muy bien, lección aprendida, estás sola, nadie va a venir, nadie te va ayudar, y así te vas a quedar.

Te quiero.


Que dos palabras tan dificiles de pronunciar cuando realmente se sienten y sin embargo tan fáciles de decir cuando son solo eso, palabras.
Todos hemos escrito, dicho y pensado alguna vez "te quiero". Unas veces era de verdad , otras no y algunas ni siquiera lo sabíamos. Pero, ¿cómo saber si alguien realmente te quiere? Tiendes a pensar que sí, que es así, que es real, que todo lo que te dice apunta en esa dirección. Es entonces cuando te ilusionas y esas palabras adoptan forma, sabor, vida, y recorren tu cuerpo hasta hacerte sentir exactamente lo mismo. Hasta que te enteras de que lo que te habian metido en la cabeza y te habia llegado al corazón, no eran más que eso, palabras. Palabras dichas sin sentido, sin razón. Y eso que antes te habia sabido dulce, se vuelve amargo y lo que recorre en ese momento tus venas es puro veneno.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Llega un momento en el que decides dejarte llevar. Tal vez la corriente no te lleve por buen camino, pero por lo menos en ese rato que no luchas contra todo, que te dejas arrastrar, puedes recuperar fuerzas. Fuerzas para crear tu propia corriente. Siempre con el miedo de que no hayas llegado demasido lejos, y sea demasiado tarde.

- Y entonces, en ese momento sientes que todo te da igual, que el mundo se ha parado a las nueve menos cinco de la tarde.. y estás ahí, con él. Aprovechando cada segundo de esa última media hora que nunca acabará. Y ahora te imaginas una vida sin todos estos días especiales, sin todas esas caricias, esos besos y esas palabras que, en este caso, no se las lleva el viento. Te paras a pensar y te das cuenta de que ahora nada tiene sentido si tú no estás, y que el amor de verdad es el que en la distancia, duele. Pero te hace sonreir pensando que la bienvenida será más intensa que nunca. Porque estoy enamorada de ti. Y me importa una mierda el lugar en el que estemos, la hora de diferencia que tengamos, y los kilómetros que nos separen. Me importa todo una mierda porque desde que mi cuerpo se puso encima del tuyo, mi corazón lleva el mismo latir que tú. Y por todo esto quiero decirte que te voy a echar muchísimo de menos, pero me acordaré de tí cada segundo, cada día, cada noche, cada vez que entre en mi habitación y te imagine ahí, conmigo. Cada vez que me pase la mano por el cuello y sienta que hace unos días tu boca me estaba rozando. Cada vez que respire, me acordaré de tí y de todos los momentos que hemos vivido, de todo lo que hemos hablado, de tus pluses, de los míos, de las noches hablando hasta las tantas. Pero de lo que más pienso acordarme es de todo el tiempo que me queda por vivir contigo.
Que te quiero, y ya no hay nada que pueda impedirme hacerlo cada día más y más.

Pasaba un padre con sus dos hijas por la calle y una de ellas le pregunta: "Papa, ¿Por qué cuándo yo me muevo, las nubes también se mueven?" No sé que le respondió él, creo que le dio una explicación lógica, y por eso mismo creo que no la escuché.
Cuando se trata de la vida, huyo de la lógica, porque siempre suele llevar escondida la realidad. Me hubiera gustado contestar a la niña, que tal vez ella era la princesa de las nubes y por eso la seguian. Se hubiera ido mirando al cielo con una sonrisa porque es pequeña; lo suficiente para no decirme: "Tu eres tonta, ¿no?". Pero da igual, la respuesta que le han dado solo le sirve para crecer más deprisa, para ver las cosas como son, aunque no haya entendido nada.
Una gran respuesta.