lunes, 21 de noviembre de 2011

- Desconecta por un instante, siéntate en un sitio tranquilo y ponte a recordar. Cierra los ojos y sitúate en un lugar que te hizo feliz, con las personas que te hicieron grande. Quédate así por unos segundos, minutos u horas, que más da. Recapacita y piensa en todo lo que tenías y sigues conservando. Piensa también en todo lo que pudiste perder algún día, pero si lo hiciste, recuerda que fue por algo. Sueña, desea, siente que el mundo no importa, que este momento no te lo va a quitar nadie. Escucha una canción que te relaje, algo que te haga sentir libre, que te haga alcanzar el cielo en una nota. Relájate y sueña, que no hay nada más bonito en este mundo que soñar despierto. -le dijo.
Entonces ella le obedeció. Cerró sus ojos y puso una de esas canciones que le traían miles de recuerdos a la cabeza. Soñó y soñó... Hasta que se dio cuenta que lo que se le estaba pasando por la cabeza, no eran sueños, si no los recuerdos maravillosos de una vida llena de privilegios, de amigos, de familia... Y en ese instante es cuando abres los ojos y lloras, lloras porque sientes que si no desconectas, si no abandonas el mundo por un momento, eres incapaz de valorar todo lo que te rodea. ¿Y sabes por qué es esto? Porque somos egoístas, porque lo queremos todo incluso teniendo el noventa por ciento de lo que deseamos. Y es que basta que nos falte un amigo, un sueño, un euro, un familiar, una agenda, una chaqueta, una falda o un libro, para pensar que nuestra vida ya no tiene sentido. Pero, ¿alguna vez te has parado a pensar en toda la gente que no puede ver a sus amigos por diversos motivos como la muerte o la distancia? ¿Alguna vez has pensado que un porcentaje alto del mundo no tiene dinero, ni una simple chaqueta para abrigarse en invierno? ¿Alguna vez te has fijado que el céntimo que tiras al suelo tú y otras veinte personas, podrían alimentar a un vagabundo? ¿Alguna vez se te ha pasado por la cabeza que mucha gente no tiene familia, no tiene padres ni hermanos? Y después de oír todas estas cosas, piensa que tú no eres feliz, que no lo tienes todo. Ahora vuelve a repetir la famosa frase de “quiero suicidarme” solo porque no te sepas una décima parte de un examen, o porque no tengas un buen día. Porque cada vez que digas esa frase, recapacita y piensa que por cada minuto que pasa en tu reloj hay una persona muriéndose de hambre, de sed, o esta enferma. Cada hora, mueren miles de personas por problemas que ni tan siquiera existen aquí. Pero eso sí: Ellos son felices, ¿y sabes por qué? Porque ellos luchan por sus sueños, por sobrevivir. Ellos se dejan las vidas por llegar lejos, aunque acaben muriendo. Ellos, a diferencia de nosotros, aprovechan cada instante como si fuera el último, porque no saben qué les depara la noche, si frio o calor... Si disparos o calma... Si lluvia o tormenta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario